RUTA DE LAS CARAS DE BUENDIA.
DATOS TÉCNICOS:
Ruta circular de 10 kilómetros a 720 m . de altura sobre el nivel del mar y con apenas unos 40 metros de variación en toda la ruta.
DESCRIPCIÓN:
Comenzamos la ruta de hoy en el
pueblo de Buendía, donde estacionamos nuestros vehículos para comenzar desde el
mismo pueblo.
Rápidamente encontramos un camino señalizado donde nos indica el
sentido de la marcha, donde no encontraremos nada de sombra hasta transcurridos
cuatro kilómetros desde el inicio de la ruta, llegando en este punto a un paraje
formado por pinares y rocas areniscas del Pantano de Buendía en el que se
encuentran esculpidas unas 18 esculturas y bajo relieves de uno a ocho metros
de altura por varios autores, y con carácter místico-religioso en la gran
mayoría de esculturas.
Una vez dentro del pinar, comienza
la zona escultórica, donde se van sucediendo en unos dos kilómetros de
recorrido, con el pantano de fondo.
Tras terminar el paseo entre las
esculturas de este museo gratuito y en plena naturaleza procedimos a degustar
unos estupendos manjares regados todos ellos por el buen vino de la bota, que según cuenta una leyenda mitológica, todo vino que entre en ella, por muy malo que sea, se convierte en un maravilloso caldo, que comparan con el vino que bebían los antiguos Cesares romanos, y por más que bebas de ella nunca se acaba, "que guena que ha salio la jodía bota"...
Decidimos realizar el regreso
bordeando el embalse, hasta llegar a nuestro punto de partida, donde tuvimos el
refrigerio correspondiente.
NUESTRAS ANÉCDOTAS:
Esta ruta estaba en mente hacía más
de un año, decidiendo realizar en el día de hoy, tras ver las malas predicciones
meteorológicas que daban en la sierra madrileña. Decidimos ir por la carretera
de Valencia, donde el tomtom nos llevo por un camino de cabras durante unos
tres kilómetros, realizando la vuelta por la carretera de Barcelona, donde el
paisaje fue más bonito y un poco más corto que la ida. Ruta corta de unos dos kilómetros
escasos, decidiendo comenzarla en el pueblo para así alargarla un poco más. Los niños disfrutaron bastante,
descubriendo las esculturas, corriendo de una a otra, y volviendo a jugar tras
la comida entre el extenso pinar. Ni de decir tiene que Hommer se dio su baño
de rigor en el embalse, “que malo esss…”.